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Atravesando el tráfico desafiante del centro de La Paz en Bolivia, hice mi camino entre camiones multicolores, tirando humo negro de sus tubos de escape. Las banquetas angostas estaban llenas de niños en sus uniformes escolares, mujeres con bombines, y con el cabello en largas trenzas amarradas con bolitas de cuentas en los extremos. Crucé entre el caos, siguiendo a los locales para poder pasar entre los vehículos que básicamente hacen lo que quieren.
Tenía una meta en mente: encontrar el mejor Pique Macho en la ciudad. El plato no es nada más que una cama de patatas fritas con una pila de carne por encima que consiste en bistec, chorizo, salchicha, pollo y hasta tripas. La carne es típicamente guisada en una salsa a base de cerveza con chiles, cebollas, pimientos, y ajo locales. Con tomate por encima, un huevo duro y mayonesa. Llámalo la respuesta de Bolivia al poutine. Y como tal, este plato no es para los que cuentan calorías.
Le pregunté a algunos locales en dónde podría encontrar el mejor pique macho en La Paz. Luego de obtener la misma respuesta de una pareja de unos 20 año y un hombre con cara amable y un suéter al estilo de Mr. Rogers, estaba en camino al restaurante Alaya en la calle Cochabamba.
Parecía adecuado ir a un restaurante en una calle llamada Cochabamba, porque el Pique Macho se originó en una ciudad con ese mismo nombre. Chochabamba está localizada a unas 150 millas al sur de La Paz. A mediados de los 70, un par de chefs allí tuvieron la brillante idea de combinar montañas de carne con salsa picante y servirla arriba de un clásico Sudamericano: las papas fritas. Como muchas de las bombas de carne y carbohidratos que son popular alrededor del mundo, se convirtió en un favorito instantáneamente.
Llegué al Alaya justo antes de la comida del mediodía. Me senté dentro del pequeño restaurante simple y popular y lo vi llenarse de bolivianos hambrientos. Una mujer de edad media con peinado al estilo Mary Lou Retton y una suéter rojo me preguntó muy educadamente si se podía sentar en mi mesa. Le pregunté por qué el Pique Macho es tan popular, y le mencioné que me parecía que el orgullo nacional estaba entrelazado con este plato. Ella me dijo que simplemente es una gran comida de acompañamiento cuando se bebe alcohol. (Va perfectamente con cervezas pilsners locales como Hauri y Potosina). También porque el plato es tan poco definible, que los chefs son libres de agregarle lo que quieran. Es como una pizarra en blanco de patatas y proteínas.
Mi Pique Macho llegó muy caliente y chorreante de una mezcla de carnes tiernas, huevos y queso de vaca salado conocido como queso altiplano. La salsa picante servida como acompañamiento te permite decidir el nivel de picante ( y tu consecuente futuro gastrointestinal).
Estaba jodidamente bueno. Aunque el Pique Macho fue inventado en Cochabamba, este plato tenía perfecto sentido en el frío otoño de La Paz, la capital más alta del mundo. Tiene una calidad reconfortante, como un guiso de pollo casero.
Me comí la porción logrando solamente terminar la mitad de ella. Hice que me envolvieran el resto para llevar y me despedí de mi compañera de almuerzo. Afuera, un anciano con muletas acepto agradecidamente mis sobras. La porción era certeramente suficiente como para compartir – ¿y por qué habría de negarle a cualquiera el placer del pique macho?
 
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