El presidente de Bolivia es un político muy hábil que explota tanto los insultos a la Iglesia católica –una de las pocas voces contrarias al narcotráfico y el abuso de poder– como los elogios al Papa.
La
Asociación Nacional de la Prensa ha pedido a Francisco que interceda por los
medios de comunicación, víctimas de «sistemática asfixia» fiscal y controles «destinados a generar terror y autocensura». Morales tiene otra prioridad: aprovechar el viaje del Papa para hacer
publicidad mundial de la coca y de las culturas indígenas. Sus dos puntales.
La agenda del Papa Francisco de este miércoles incluye un encuentro con las autoridades bolivianas en La Paz, una etapa que implica riesgos pues el aeropuerto de la capital –el quinto más alto del mundo después de cuatro situados en China– está a casi 4.100 metros de altitud.
Pero los principales encuentros en Bolivia tendrán lugar el jueves en Santa Cruz de la Sierra, la mayor ciudad del país. Se trata de la misa con dos millones de personas y el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que incluyen los cartoneros, los recicladores, vendedores ambulantes, las cooperativas de empresas quebradas y todos los sectores de la economía informal que no cuenta con derechos laborales.
El Papa les dará su apoyo y les animará a proseguir en la línea de la autoayuda, «sin esperar de brazos cruzados» ni «dejarse domesticar por el asistencialismo», como les dijo el año pasado en el primer encuentro mundial, celebrado en el Vaticano.
El punto fuerte del viernes es la visita a la peligrosa cárcel de Palmasola, cuya sobrecargada población penal de 3.500 presos ha sido rebajada a 2.800 para evitar una vergüenza internacional. Como los tribunales bolivianos son tan lentos, cuatro quintas partes de los reclusos son delincuentes en espera de juicio.