Síguenos

Pequeños copos de nieve se diluyen en los surcos recién abiertos de una tierra reseca y sedienta. Miguel Choque exhala el aire húmedo y frío del altiplano boliviano, sonríe y dice que la nevada es señal de buen augurio para la siembra de quinua. En siete meses los racimos en flor pintarán el paisaje agreste de amarillo, verde y rojo.La quinua (o quinoa) es un grano que ayudó a salvar del hambre a los incas y ahora está transformando una de las regiones más pobres de Bolivia desde que se popularizó en países ricos por sus excepcionales condiciones nutricionales,que han llevado a la NASA a incluirlo en la dieta de los astronautas. Las ventas al por mayor se multiplicaron por siete desde que aumentó la demanda a partir del 2000.
El gobierno de Evo Morales incluyó al cereal como alimento “estratégico” para la seguridad alimentaria de Bolivia y está impulsando su consumo interno. Conocida como el grano de oro de los Andes, la quinua es el único alimento vegetal que provee diez aminoácidos esenciales para el ser humano. Tiene un alto contenido de proteínas (14-18%) y es buena fuente de fósforo, calcio, hierro y vitamina E, y puede incluso reemplazar la leche materna, dice la FAO.
El arbusto brota en el altiplano, una región árida y pobre a 3.700 metros de altitud y es resistente a las heladas y sequías que periódicamente golpean a esa región.
Bolivia genera un 46% de la producción mundial y le siguen Perú con 30% y EE.UU. con 10%, según un informe del Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural.
En el 2000 Bolivia exportó 1.439 toneladas por 1,8 millones de dólares, el año pasado las exportaciones alcanzaron a 14.500 toneladas por más 25 millones de dólares hacia la UE, EE.UU. y Japón, los mayores mercados.

Este año la meta es producir 30.000 toneladas, asegura el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez.
La quinua es una semilla que se come como un grano, no tiene gluten y es más fácil de digerir que el maíz, el trigo, el centeno, el mijo y el sorgo.
Los indígenas que la cultivan están entre los más pobres y hasta hace unas décadas muchos de ellos todavía convivían con el trueque. Desde que se puso de moda en países ricos, la quinua los introdujo en el mercado, recuerda Brígido Martinez, presidente de la Asociación Nacional de Productores de quinua.
En 1983 costaba un equivalente a 3 dólares el quintal y era conocido como “alimento de indios”, mientras que hoy se cotiza a cien dólares, dice Martinez. El boom comenzó cuando en su primera visita a Bolivia a mediados de 1987, los reyes de España incluyeron al cereal en su dieta y la gente volcó su mirada a la quinua.
La variedad más cotizada es la quinua real que sólo se produce en Bolivia en una región vecina a inmensos salares en el suroeste del país. La radiación solar que llega desde el mar blanco de sal y la tierra salitrosa hace que se produzca el cotizado grano que el gobierno boliviano busca patentar. Es más cara y su precio puede alcanzar a los 3.000 dólares la tonelada.
Muchos en Bolivia creen que la quinua puede transformar el empobrecido altiplano como sucedió con la soja. Los precios pagados en mercados europeos y estadounidenses por tonelada métrica de quinua son hasta cinco veces más que la soja.
Martínez no cree que el grano vaya a incidir en el despegue económico del Altiplano. Los campesinos altiplánicos disponen de poca tierra, 10 hectáreas como promedio. “La quinua no nos está sacando de la pobreza, pero vivimos mejor”, dice.
La semilla era ignorada por los mismos bolivianos por su sabor ligeramente amargo.

Hoy es un artículo de lujo
“La quinua es como el arroz del altiplano’’, declaró Evo Morales a fines de diciembre durante una visita a Venezuela. “Antes la gente no quería comer quinua, decía que era un alimento del indio y, como es del indio, no querían comer. Ahora el pueblo boliviano empieza a reaccionar’.
Algunas autoridades dicen que por el tipo de siembra tradicional, menos dañina con la naturaleza, la quinua encaja en el modelo de sociedad que busca construir el presidente Morales, el primer indígena que gobierna Bolivia. El mandatario anunció que la meta es duplicar los cultivos hasta las 100.000 hectáreas, fortalecer la producción de quinua ecológica, industrializarla y fomentar el consumo interno.

Apreciado por chefs y nutricionistas
La alta cocina también experimenta con quinua. “Es algo de lo que todo el mundo está pendiente en gastronomía”, admite Diego Sánchez, sub-chef del Astrid & Gastón, el restaurante de comida peruana, que desde que abrió sus puertas en Buenos Aires, hace dos años, incluye platos con quinua “blanca” en su menú.
“Tenemos una preparación con quinua que es como si fuera un risotto y lo mezclamos con un ratatouille”, explica Diego y agrega que los usos de esta semilla son múltiples, tanto en la preparación de panes hasta en pastelería.
Pero, según este chef colombiano, la quinua no necesita mucha elaboración para que guste. “Se la hidrata, se la cocina al dente, y se sirve con un poco de sal y aceite de oliva”, aconseja y resalta las propiedades nutritivas de esta semilla “apta como reemplazo de la carne” y de alto contenido de fibras. En casa se la puede consumir en ensaladas o como guarnición, o como una costra en carnes o en un salmón rosado al horno. “Es una perfecta costra”, alienta a probar. Y arroja un dato práctico: la quinua se consigue en el Barrio Chino y en Liniers.

Un súper alimento
La quinua brota en el altiplano, una región árida y pobre a 3.700 metros de altitud y es resistente a las heladas y sequías (también crece en Perú y en el norte de Argentina).
Es una semilla que se come como un grano, no tiene gluten y es más fácil de digerir que el maíz, el trigo, el centeno, el mijo y el sorgo.
Provee diez aminoácidos esenciales para el ser humano. Tiene un alto contenido de proteínas (14-18%) y es buena fuente de fósforo, calcio, hierro y vitamina E, y puede incluso reemplazar la leche materna.

Bolivia genera un 46 por ciento de la producción mundial y le siguen Perú con 30% y EE.UU. con 10%.
 
Top